Novela breve con un estilo híbrido entre literatura pulp y sci-fi ecologista y antimilitarista, Yabarí es mi primera experiencia con la narrativa de Lola Robles, dejando por fuera su participación en la antología Alucinadas. Reconozco que a juzgar por la trayectoria de su autora y su relevancia para el género de ciencia-ficción en castellano, probablemente debí acercarme a su obra mucho antes.
La historia se centra en una periodista, Muriel Johansdóttir, que viaja a un lejano planeta donde la explotación de un nuevo y valioso recurso natural está diezmando tanto a la rica vegetación del lugar como a los habitantes nativos. Las influencias de este argumento me han parecido muy evidentes e incluso un lector casual de ciencia-ficción como yo rápidamente reconocerá ciertos arquetipos del género popularizados, entre otros, por Ursula K. Le Guin en El nombre del mundo es bosque, a la que me recordó en muchas ocasiones. La referencia viene no sólo por la trama sino también por su énfasis en la ambientación y su intento de relatar los hechos y lugares desde una perspectiva casi documental, muy a pesar de que el argumento se mueve rápido y con el ritmo de un “pasapáginas” que se lee de forma muy fluida a medida que los protagonistas se van adentrando en la selva y se desata la inevitable confrontación con los explotadores locales.
La historia que cuenta y los temas que plantea son aspectos muy atractivos y acordes con esa ciencia ficción que mencionaba más arriba, aunque es cierto, como han mencionado otras reseñas, que la novela se hace corta. Pero esto no se debe necesariamente a su extensión sino a aquello a lo que se le ha dado prioridad: la narración pasa por encima de casi todos sus elementos interesantes y se centra de forma casi exclusiva en hacer avanzar la trama, por lo que cuando termina el libro sabemos en realidad muy poco tanto del universo de donde proviene Johansdóttir como del planeta que está explorando. Tampoco llegamos a saber mucho sobre los seres nativos, a quienes se describe tan poco a lo largo de la novela que terminan pareciendo demasiado humanos, haciendo que su mensaje ecologista y anti-colonialista se vuelva muy convencional. Con esto lo que quiero decir es que la historia es muy parca en elementos realmente alienígenas, tanto que podría haber tenido una ambientación realista en la selvas de África o Suramérica sin muchos cambios.
Este énfasis en la trama al que me refiero no es absoluto, ya que el libro termina de forma abrupta dejando muchos cabos sueltos y sin resolver ninguno de los conflictos principales que había iniciado. Quiero creer que habrá una continuación y que la historia no se quedará aquí, aunque es difícil decirlo a ciencia cierta porque el libro tampoco cierra con un cliffhanger, simplemente termina, lo que me dejó una sensación un tanto anticlimática en contraste con aquella narración tan ágil y bien estructurada con la que me había encontrado en un principio.
Este texto fue publicado por primera vez en la web La Nave Sonda.