The Ballad of Black Tom, del americano Víctor LaValle, esconde tras su breve extensión (149 páginas en mi copia) un muy interesante relato de terror cósmico mezclado con fantasía urbana y misticismo fatalista. Lo novedoso de este libro no es tanto su argumento, ya que este es muy básico y en la línea de los trabajos de Lovecraft (a quien el narrador hace referencias muy evidentes que cualquiera podrá señalar), sino la perspectiva que se ha escogido a la hora de construirlo: en directa contraposición con el muchas veces frío y elitista mundo lovecraftiano, LaValle ambienta su historia en el corazón de Harlem durante los años veinte, y su protagonista, aquel que se encuentra cara a cara con el horror oculto tras las paredes de su mundo racional, es un hombre negro movido no por el ansia del conocimiento sino por su lucha contra el siempre presente demonio de la pobreza, echando mano de forma utilitarista de toda una herencia cultural mágica que está a su disposición y que va incrementándose hasta el final de la obra.
Sólo esto que he mencionado aquí sería suficiente para hacer de este un libro destacable, pero incluso dentro de este esquema La Valle prepara una sorpresa al compartir la narración con la perspectiva de otro personaje, un detective blanco movido por la curiosidad y cuyo punto de vista tradicionalmente lovecraftiano se coloca de forma frontal a la figura de “Black Tom” y su mundo oculto de dioses antiguos. Es en el enfrentamiento entre estos dos personajes, su particular actitud ante el horror y su apego al universo cuya destrucción se avecina donde está el auténtico drama de la novela y sus aspectos más memorables, sobre todo en un tipo de relato de horror con unos esquemas muy manoseados y que aquí al menos han conseguido un ángulo poco usual.
Lo más interesante de todo esto es que LaValle consigue dar la vuelta a la visión que el propio Lovecraft tenía de la cultura afroamericana y su carácter moral, no tomando el camino fácil de hacer de su protagonista un héroe, sino haciendo por el contrario una exploración del Mal como consecuencia de la pobreza y la destrucción del orden como una en ocasiones inevitable catarsis ante la opresión. Como gran parte del terror cósmico, es una novela un tanto cínica en cuanto a sus conclusiones y por momentos creo que podría incluso haber sido reducida a un formato de relato breve, pero como mirada cuestionadora de Lovecraft me ha dejado francamente impresionado.
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